No son pocos los descreídos, los que no compran. Los que piensan que la tal M.I.A. es una revolucionaria chic, una activista de boutique, una agitadora de pasarela. Pero la mujer nacida hace 38 años como Mathangi Arulpragasam, y que desde 2004 vive como refugiada en las siglas de Missing in Action, tiene una historia demasiado potente y ha exhibido suficiente talento como para pensar que lo suyo es puro oportunismo y subversión de utilería.
A los nueve años de edad, y en medio del horror político con el que se crió en Sri Lanka, vio cómo la policía quemaba su escuela y fue testigo de la gestión desesperada de sus padres por tramitar alguna residencia en un país lejano y salvarse el pellejo. Llegó a Londres en 1986 y encontró en esas esquinas vibrantes del rap de la vieja escuela y de las músicas de otros escapados como ella, la patria que le habían robado. Se hizo de amigos, aprendió a rimar, convirtió su desarraigo en canciones y apenas pudo llevó la calle al mainstream y convenció a la oficialidad de que con esta cruza urbana de hip hop y “melodías del mundo”, con su prosa afilada y las ideas claras, también se podían vender discos y ganar audiencia.
Empezó a ganar la batalla en 2007, cuando Paper planes, tercer sencillo de Kala (2007), salió a la calle y animó la pista de baile de esa temporada a punta de balazos y sonidos de cajas registradoras y la feroz metáfora de las fortunas que se hacen con la industria armamentista. Pero no fue el único territorio que ocupó. A partir de ese momento, M.I.A. dejó de ser el último sabor exótico de la temporada, empezó a ser tomada en serio y ayudó a revalidar la imagen femenina en el mundo del pop actual.
Por eso es importante en la escena actual y por eso ha marcado diferencias tan grandes con el resto. Porque mientras la oficialidad finge escandalera con la niñería de Miley Cyrus fumándose un porro en una televisada entrega de premios, M.I.A. ya es referente de toda una nueva generación y se escucha en replicantes como Azealia Banks (22), Rye Rye (22) e Iggy Azalea (23). Y mientras su mito crece, publica un impecable nuevo disco -Matangi(2013), el cuarto de su carrera- y sigue pensando en cómo hacer patria con sus canciones y ametrallar conciencias con sus letras.
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